Los fantasmas que se ponen una manta en la cabeza tienen casi todo (¿en la vida?) para triunfar en el arte de hacer mojar la cama. Digo casi, porque carecen de escapismo. No lo digo yo, esta humilde narradora, si no que lo afirma la investigación y el análisis de cuatro científicos en Holanda. ¡De cuatro!
El escapismo, para los que no lo saben, es la dicha de no estar: ni en la ducha, ni en la cocina, en nada; escapar del ojo humano. Porque los que tienen esta “suerte” saben exactamente cómo burlar los láseres de seguridad. Pero de a uno, porque si dos escapistas se juntan, la luz se enciende y por unos minutos son blanco fácil para sus verdugos: las flores.
Es muy raro que alguien más los vea. Repito, es muy raro que alguien más los vea.
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In english (ok, now I’m braging)
The ghosts who put a blanket over their heads have almost everything (in life?) to succeed in the art of wetting the bed, I say almost because they lack of escapism. It is not me, this humble storyteller, who affirms this if not is the research and analysis of four scientist in Holland. Of four!
Escapism, for those who don’t know it, is the bliss of not being there: neither in the shower, nor in the kitchen, nothing; escape from the human eye. Because those who are “lucky” know exactly how to outwit the security lasers. But one by one because if two escapists get together, the light turns on and for a few minutes they become easy targets for their executioners: the flowers.
It is very rare that someone else sees them. I repeat, it is very rare that someone else sees them.
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Ficha Técnica de la foto en el microcuento:
Canon, Powershot SX530 HS.
Ámsterdam, Países bajos. 2017.
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