Microhistoria Behind #68: Pan cenote
- Valeria Venegas Salinas
- 28 sept
- 2 Min. de lectura
Chichén Itzá es una maravilla del mundo moderno. Ubicada en México, en el estado de Yucatán, es una parada necesaria si es que estás por la zona. Pero si vas por ahí, la otra parada es el cenote Ik-hil.

Cerquita nomás, este cenote te ofrece (a un módico precio) la posibilidad de sumergirte en sus aguas para un mayor disfrute de su ecosistema. Eso sí, siempre respetando las normas y alejándote de los costados… No queremos quedar atrapados en las traviesas raíces de las plantas (y con eso me refiero a morir). Seguir las normas, como estas personas, hace que todos puedan gozar de un gran día.

Para llegar a la parte baja del cenote, hay que bajar unas escaleras (con mucho cuidado de no caer) y también hay que dejar las cosas que uno tenga (como mochilas, cámaras, etc.) en un casillero con seguro. Claro, se puede bajar con el celular y una cámara de fotos (de otra forma no hubiera podido tomar estas fotos), pero debe ser con la seguridad de que no se malogrará, no se internará en la profundidad del cenote y que tampoco uno se hará daño solo por tratar de obtener el mejor recuerdo posible. También, creo que se debe ir con zapatos especiales, porque las escaleras son de piedra y eso puede hacer que los pies duelan. Y sí, deben ser especiales, porque son escaleras mojadas y, como les contaba, es muy fácil que ocurra un accidente. Dicho esto, estos fueron mis zapatos:

Me los regalaron y yo los usé. Pero como no estaba acostumbrada a usar este tipo de indumentaria para nadar, en algún momento me los quité y los dejé al lado de unas sandalias (pegados contra la pared del cenote, pero lejos de la plataforma para que no cayeran dentro del agua). Entonces, comencé a nadar y disfrutar con los amigos con los que había ido, hasta que dejé de disfrutar. ¿La razón? Le tengo fobia a los peces y uno rozó mi pierna. Así es, ahí mismo descubrí que en los cenotes hay vida y mi espanto fue tal que salí despavorida del agua para nunca más volver a ingresar.
Así, aproveché el pánico para regresar a la parte superior del Cenote, donde estaban los casilleros para comer un helado. Luego, cuando mis amigos regresaron a la superficie y teníamos que subir al auto, recordé que mis zapatos se habían quedado al lado de las sandalias. Entonces, tuve que volver por donde había huido y, por suerte, me detuve un segundo a admirar la naturaleza desde una de las aberturas. Y descubrí un tesoro, porque nadie (aparte de mí) notó el arcoíris. La gente de abajo estaba muy abajo, la gente en la arriba estaba muy arriba. Y yo, que había decidido correr, me detuve un minuto para disfrutar del hermoso regalo de la naturaleza.

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Ficha Técnica:
Samsung, S10E.
Yucatán, México. 2022.
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