Cuando tomé esta foto ya estaba enamorada de la ciudad. Esa es la típica respuesta (lo del enamoramiento) cuando se trata de Paris, pero los clichés lo son por una razón. Por eso amé el Louvre, el salón de los espejos en Versalles, las calles sin salida y me introduje en la mente de María Antonieta... antes de la guillotina.
Porque parada en el andamio se debe haber arrepentido de decir el comentario de las tortas… eso de “que coman pasteles” cuando le comentaron que el pueblo no podía comprar pan, aunque nunca se comprobó que ella realmente lo dijo.
Antes de llegar a Paris me había entusiasmado tanto que mi tía me agendó desde Perú un paseo por el Sena, en la ciudad más romántica del mundo, ¡y yo lo hice forever alone! Porque me había ido a mochilear 40 días por Europa, un sueño cumplido antes de los 30.
La foto la tomé en el mismo rio Sena, debajo de un puente muy famoso y es mi imagen favorita. Cuando escribí el cuento, me inspiré en la fama de la ciudad. En la luz del pasado y en el presente, que siempre es una ventana de esperanza para el futuro.
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Ficha Técnica de la foto en el microcuento:
Canon, PowerShot SX530HS.
Paris, Francia. 2017.
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